sábado, 13 de abril de 2013

LOS ENEMIGOS DE LOS CAMBIOS



LOS ENEMIGOS DE LOS CAMBIOS

Existen varios sectores que se oponen al cambio, los intereses ideológicos, económicos, políticos, etc. Todos estos influyen en otro gran grupo, cuya mayor riqueza con la que cuentan es 1a ignorancia. Los millonarios en desconocimiento, los sabios ignorantes, o como lo dirían los italianos: la docta ignorantia. Estas son las masas a las que no cuesta manejar.

Pero existe un enemigo más poderoso al cambio del cual se valen los anteriormente descritos; esta es la religión como tradicionalmente la conocemos y en sus distintas manifestaciones. La religión es una alineación de la esencia humana. En religión el hombre se enajena, todas las cualidades como la libertad, el amor, la sabiduría, el poder, la justicia; que pertenecen a la especie humana, son puestos por la religión como atributos de un ser trascendental al que llaman Dios.

Con esto el hombre se despoja, se empobrece, para darle el poder y enriquecer a Dios. O como mencionaba en un artículo anterior: para que Dios sea todo e1 hombre debe ser nada. Si el hombre busca una realización en el más allá, la causa de ello está en su insatisfacción en el más acá, en el que sólo encuentra injusticia y desdicha.
En este sentido, la religión se convierte en un factor de compensación. El hombre que sólo ha encontrado en la fantasía del cielo, donde busca en un superhombre el reflejo de sí mismo, no se siente inclinado a los cambios, su recompensa será mayor allá, en tanto y en cuanto más sufra aquí.

El racionalismo por otra parte, sustenta su fe en la razón pura, típica de todo idealista. Para el racionalista, la razón es el criterio último de la verdad o falsedad, y no la realidad sentida. Basta el mismo uso de la razón, prescindiendo de toda investigación para decidir sobre la verdad. Hoy en día ya no es posible una fe en la razón pura como la que sostenía Kant. La razón no proporciona las evidencias necesarias, sino que es un instrumento humano sumamente frágil. Normalmente, la razón demuestra aquello que nosotros queremos que demuestre debido a nuestros intereses prácticos. Esto nos advierte la necesidad de un planteamiento más amplio que el meramente racionalista.

En el fondo, sea lo que sea eso que llamamos Dios, sea verdadera o falsa la religión, habrá que estudiarla como un hecho histórico y humano real. Es a este hecho histórico al que hay que aplicar nuestras reflexiones racionales. Una razón pura, sea teórica o práctica, no nos va a conducir a descifrar la verdad. El uso de la razón que no toca para nada los datos sensibles y reales, no puede pretender comprender un fenómeno tan complejo como es la vida. Por ejemplo, en el caso que mediante el puro uso de la razón pretendamos haber demostrado la existencia de Dios, habría que preguntamos si no  hemos demostrado más bien la existencia de una idea o de un concepto, pero no una realidad. A una realidad solamente se accede por la vía de la realidad, y no mediante el uso particular de la razón teórica o práctica.

Por otra parte, la fe es una aceptación gratuita de la veracidad de tal o cuál fenómeno, más que lodo en 1o que respecta a 1o sobrenatural. La fe constituye un componente importante de toda religión, está llena de prejuicios y no se diferencia de la superstición, se halla contrapuesta al saber. Cuando se trata de relacionar la fe con el conocimiento, se cae en el fideísmo -doctrina que suplanta el saber por la fe- que es propio de todas las teorías idealistas que expresan que la ciencia está subordinada a la religión.

El ateísmo por su parte, es una corriente ideológica unido al avance de los conocimientos científicos. Su base filosófica es el materialismo dialéctico, y está condicionado por el grado de desarrollo de las ciencias.
Editado por:
Oscar Roberto Cruz
Soyapango, 16/05/2001

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