El Amigo que me presentó Alcohólicos Anónimos en 1961, al hacerlo, supe
que hacia un año que no bebía en ninguna forma alcohol. Yo lo vi “GIGANTE”, ¡Un año sin beber cuando
yo no pasaba una semana sin hacerlo!
¡Como valía
entonces un año!
AA vino
al país en 1955 y hasta el 58 solo se había duplicado: el mensajero y Luis
Artiga, Luis A. en vida.
Cuando traté a
Luis, su serenidad y sabiduría me impresionó mucho y de inmediato le otorgué la
autoridad que merecía.
¡Con apenas seis
años!
El AÑO de mi
Padrino, su valor terapéutico, no lo hallo ahora ni que se vaya mi tiempo
actual en pago. Imagínense los seis años de Luis: Ni el tiempo de TODOS juntos
lo pagarían. Mis 50 años de hoy los cambiaria por cinco de esa época, y aún tan
devaluado los daría con gusto para disfrutar de nuevo la inteligencia de aquel
momento.
No hemos
retrocedido porque nunca fuimos como ahora, por el contrario, ojalá volviéramos
a épocas que no pudimos superar, literalmente volveríamos “al principio”. No, no hemos retrocedido, quizá estemos
hundiéndonos con el mundo consumista actual y no nos damos cuenta que estamos
“comiéndonos a Alcohólicos Anónimos”.
En consecuencia,
más años de recuperación como lo entendemos ahora, menos principios, menos AA.
Ricky Morales
PD: Este escrito es producto de escuchar a hombres de mucho tiempo que
no valen por lo que dicen. Es el
resultado de conformarse con sólo no beber.
No era el alcohol bebido, era el bebedor que debía haber cambiado.
San Salvador, 12 de Agosto de 2011.
bueno no dudo de su conocimiento sobre estos abstemios longevos de los que habla, pero es muy arriesgado medir a las nuevas generaciones de AA con la misma vision de antaño, donde los principios fueron relegados a dinero prestigio y poder, lo cual han hecho que los nuevos AA ayamos recibido el mensaje y los servicios en condiciones diganas de un moribundo que se encuantra en una sala de maxima urgenica
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