Comentando uno de los
gigantes del alma, que me envió Manolo.
El que domina su cólera, domina a su peor enemigo. Confucio.
José Martí sostuvo
que “ver una injusticia y no combatirla es cometerla”; claro que graduarla es
lo indicado. Digo yo que solo los justos
podemos indignarnos ante una infamia. Para eso estamos preparados orgánicamente
además; el neurólogo argentino Nelson Castro, dice que la ira es totalmente
fisiológica porque respondemos a una carga de adrenalina y no podemos evitarla.
La ira de Dios
decíamos antes cuando ocurría un fenómeno natural, ante el cual éramos
impotentes. Monseñor Romero “clamaba al
cielo ante la injusticia de su tiempo”.
El exabrupto es la
voz de la cólera. Para la ocasión existen palabras creadas para ello. El
escritor peruano Alfredo Bryce, “admira a quienes se enfurecen ante una
situación infame, por la que callan los demás”.
Consideremos distinto al que tiene una cólera por una sopa tibia.
Nosotros los AA
obviamente no debemos ser enojados por norma; hemos logrado temperar el
carácter y el juicio para distinguir que tenemos también ira creativa y
positiva, que surge de la consciencia alcanzada junto a otros, que surge del
compromiso social como ciudadanos del mundo, ante la denostación gratuita hacia
nos y a los demás. Esto es diferente de
la nacida del ego o la arrogancia.
Como AA no tenemos,
en cambio porque tolerar el enfado de otro, debemos evitar el fastidio a toda
costa.
Imagínense si Dios
se enojara con los pecados de sus creyentes; el prefiere oír solo sus
oraciones. …a eso se atienen.
Ricky
Morales
San Salvador, 7 de Junio de 2011.
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